“El liderazgo comienza cuando la persona elige dejar de ser víctima de las circunstancias y comienza a participar en su creación, comienza a elegir ser protagonista de su vida. El liderazgo consiste en crear un campo en el que los seres humanos profundicen continuamente su comprensión de la realidad y sean capaces de participar en el despliegue del mundo. En definitiva, el liderazgo tiene que ver con la creación de nuevas realidades”. Joseph Jaworski
Contrariamente a muchos que se dicen líderes, los grandes líderes no buscaban poder, ni ganar dominio, ni conquistar, ni siquiera obtener provecho (ganar dinero, prestigio, reconocimiento). Buscaban lo opuesto. En vez de buscar poder o autoridad, facultaban (autorizaban); en vez de dominar, liberaban, en vez de aprovechar estaban al servicio de los demás, de sus colaboradores.
Facultar y autorizar significa que el líder distribuye responsabilidades, transmite la importancia de cada miembro del equipo, da la oportunidad de valer y permite que cada integrante sea un miembro igual del equipo. Al liberar, se utilizan los talentos, ideas, percepciones y capacidades plenas de la gente. Servir implica que el líder se ubica en el rol de contribuir al crecimiento de los demás.
Un pueblo, una organización, una empresa, una nación, un equipo no irá mas allá ni más lejos que donde sus líderes las habiliten. Invitamos a considerar el campo del liderazgo basándose en un estado de ser, no en el hacer. La primera y más importante decisión que el líder debe asumir es la de servir, y sin ella la capacidad de dirigir esta profundamente limitada. Esa elección no es una acción en el sentido habitual de la palabra, no es algo que uno haga, sino una expresión del propio ser.
Ser líder tiene que ver con la relación entre el dirigente y los dirigidos. Solo cuando la decisión de servir apuntala la formación moral de los líderes, el poder jerárquico que separa al director de los dirigidos no se corrompe.
Hay un punto en cual la libertad y el destino se funden….ese punto es el acto de elección. Cuando esa decisión es consciente y en sincronicidad de los eventos que nos suceden ponemos en acción el regalo más grande que nos dio la vida: la capacidad de poder elegir quien voy a ser y que voy a hacer en el momento siguiente.
La elección fundamental que permite el verdadero liderazgo en todas las situaciones (incluyendo el liderazgo jerárquico, pero sin limitarse a él) es la elección de servir a la vida.
Sugiere que, en un sentido profundo, mi capacidad de liderazgo procede de mi elección de permitir que la vida se despliegue a través de mí. Dicha elección da como resultado un tipo de liderazgo que nos es casi desconocido o que asociamos con individuos excepcionales como Jesus, La madre Teresa, Gandhi o Martín Luther King. De hecho, este tipo de liderazgo está a nuestra disposición y puede resultar crucial para nuestro futuro colectivo.
Un líder transforma y crea nuevas realidades, con decisión de servicio. Un verdadero líder, prepara el escenario en el cual pueden ocurrir y ocurren milagros predecibles de naturaleza sincrónica. El liderazgo implica una escucha colectiva a lo que quiere emerger en el mundo, y después tener el coraje de hacer lo que haga falta. Cuando actuamos en sintonía con la sincronicidad, se abren las puertas, surge una sensación de fluir y te encuentras actuando en un campo de personas coherentes que, tal vez no sean conscientes unas de otras. Ya no se actúa individualmente sino dentro de un despliegue del orden generativo. A esta altura tu vida se convierte en una serie de milagros predecibles
En Occidente tendemos a pensar que el liderazgo es un atributo natural de algunos individuos. Esta forma de pensar presenta muchas desventajas. Buscamos individuos especiales que tengan dotes de liderazgo en lugar de desarrollarlas en cada uno de nosotros.
Podemos distraernos fácilmente por lo que este o aquel líder hace, por el conflicto de los que tratan de aferrarse al poder y los que intentan arrebatárselo. Cuando las cosas van mal, culpamos de la situación a los líderes incompetentes, evitando así cualquier responsabilidad personal. Y cuando la situación es desesperada, puede que nos descubramos esperando que el gran líder nos rescate. En medio de todo esto, perdemos de vista totalmente la cuestión más importante: ¿Qué somos capaces de crear colectivamente?”
Como estamos obsesionados con el comportamiento de los líderes y con las interacciones entre ellos y sus seguidores, nos olvidamos de que, en esencia el liderazgo consiste en aprender a conformar el futuro. El liderazgo existe cuando la gente deja de ser víctima de las circunstancias y comienza a participar en su creación. Este es el verdadero don del liderazgo.
No tiene que ver con el poder personal ni con los logros y, en ultimo término, ni siquiera tiene que ver con lo que hacemos, sino con lo que somos.
El liderazgo consiste en crear un campo en que los seres humanos profundicen continuamente su comprensión de la realidad y sean capaces de participar en el despliegue del mundo. En definitiva, el liderazgo tiene que ver con la creación de nuevas realidades, alumbrar nuevos mundos, descubrir y descubrirse.